Tolerancia cero
La última reunión del Acuerdo Nacional se realizó en la casona de la Universidad de San Marcos y tuvo como tema central la lucha contra la corrupción. Si bien es cierto es un tema en que nadie puede estar en desacuerdo, la reunión fue importante, pues congregó a la más alta dirigencia de los tres poderes del Estado Peruano. Muchos fueron los asuntos tratados, pero quisiera incidir en uno de ellos que, a mi juicio, es el principal: la educación.
Si todos estamos interesados en que el Perú camine hacia su desarrollo social y económico, debemos combatir la corrupción, ya que, por definición, esta altera el estado normal de las cosas, de las instituciones, de los trámites, de toda la vida cotidiana del país y, por lo tanto, altera el normal desenvolvimiento de la democracia y la mejor forma de hacerlo es mediante la enseñanza de valores morales que rijan nuestro comportamiento y nos ayuden a distinguir entre lo correcto y lo incorrecto. El relativismo en que se desenvuelve el mundo es un aliado de la corrupción. Ya nada es corrupto porque nada es verdad, la verdad es producto de nuestra apreciación de las cosas, es decir, de nuestra mente y no de la realidad de las cosas en sí mismas. Por lo tanto, la corrupción, que es en esencia alterar el orden normal de las cosas, no existe porque acomodo mi verdad a mi conveniencia. Así puedo justificar todo. Ya que este comportamiento se ha vuelto práctica cotidiana, se hace imprescindible reforzar la enseñanza en las escuelas. Se piensa restituir el curso de Educación Cívica, que antaño se dictaba. Si bien es insuficiente porque este curso se da en secundaria y la formación de una persona se decide principalmente en su niñez, es un complemento en temas puntuales a su formación integral. No debemos olvidar que nuestra formación empieza en casa y, por tanto, el ejemplo que demos a nuestros hijos resulta fundamental. Los pequeños detalles son importantes, pues la corrupción no es solamente los grandes titulares de los diarios, cuando se descubre algún escándalo público. Además de esta corrupción a la que se llama “la corrupción negra”, que es aquello en que todos estamos de acuerdo que es malo para nuestra sociedad, también existe “la corrupción blanca”, que es aquella que aceptamos y practicamos, pero que no consideramos mala. Lo cierto es que la corrupción existe y no hay medias corrupciones, medio robo, medio soborno, soborno de poca monta y de millones. Por lo tanto, la mejor forma de combatir la corrupción es resaltando los valores que le son opuestos. La verdad, la honradez, la lealtad, el trabajo, la justicia son los valores morales que perfeccionan al ser humano y su práctica no admite medias tintas. Debemos forjarnos en el ejercicio de estos valores día a día, en pequeñas cosas que por insignificantes que parezcan van formando nuestro carácter y determinando nuestras decisiones futuras en asuntos de mayor trascendencia. Cualquier momento es bueno para empezar a cambiar, por ejemplo, hoy.
Leopoldo Scheelje
Ex presidente de la Confiep
Fuente: El Comercio – OPINIÓN
Fecha: Lunes 19 de octubre de 2009